Aberrante y molesto es caminar por las calles de cualquier ciudad, por más chica o grande que sea, y toparse con mugre de todo tipo esparcida por doquier, en un claro reflejo de la cultura del “no cuidado” en cuanto a higiene que el argentino practica nefastamente para con su ambiente, sea desde quienes están a cargo de tomar las decisiones, o desde el ciudadano común, que exageradas veces hace caso omiso al sentido de responsabilidad.
Papeles y envoltorios de caramelos y diversas comidas, paquetes vacíos de cigarrillos u otros elementos, botellas de plástico y vidrio.
Todo se puede hallar para quien desee hacer un rejunte de la basura que el porteño (Y el no porteño también) parece disfrutar arrojando a la vía pública.
La falta de coordinación y seguimiento en el tiempo entre las insuficientes decisiones a nivel político y la poca colaboración del vecino, son el arma letal que convierte a las calles de Buenos Aires en vertederos para cualquier elemento sucio y maloliente.
Las campañas publicitarias lanzadas desde el gobierno de la Ciudad para alentar el ordenamiento de la basura en determinado horario no alcanzan, por más buenas intenciones que se tengan, si desde los sectores implicados no se trabaja con total responsabilidad.
Por un lado, las irregularidades en la recolección ya son suficientes como para generar confusión. Los constantes paros gremiales son un atentado contra la higiene.
A nivel político, las contradicciones, como siempre, abundan. Existen interesantes proyectos a partir de acuerdos – como la planta de tratamiento presentada en conjunto con el Gobernador Scioli y Mauricio Macri – pero mientras tanto la oposición porteña denuncia negociados entre el Gobierno de la Ciudad y las empresas, lo cual aleja mucho la posibilidad de verse cumplida la ley “Basura Cero”, que esta misma administración fomentó con tanto entusiasmo.
Otro ingrediente para este menjurje contaminante: La polémica eterna ques e genera alrededor de la Planta Coordinadora Ecológica del Área Metropolitana sociedad del Estado (Ceamse) que, además de ser un espacio cuyo cierre ha sido reclamado por vecinos de la zona, a causa del mal olor y los alarmantes efectos sobre la salud que provoca, se constituyó en un escollo cuando se realizaron diversos paros para evitar cualquier mínima discusión acerca de su ubicación y sus funciones.
El basural crece y crece, los camiones recolectores aumentan sus recorridos, se entierra más mugre en el suelo, no se la transforma y/o recicla, y ninguna de las autoridades, tanto de la ciudad como de la provincia, atienden con urgencia una cuestión que ya podría alcanzar la categoría “desastre ecológico”, en la que se incluye el riachuelo como principal exponente del desprecio por la salud y el medio ambiente.
¿Cuál es la responsabilidad de los vecinos?
Lamentablemente la culpa que cargan los habitantes de la ciudad no es poca ni menos importante. Más allá de los conflictos gremiales y políticos, el sujeto que tira el más pequeño papel teniendo a un paso o unos metros un tacho de basura es cómplice de este crimen contra el medio ambiente.
Es cierto que muchas cuadras carecen de un solo tacho, que en muchos casos se encuentran destruidos, y nunca son reparados. También no falta a la verdad que las personas desatienden cuestiones básicas de higiene pública.
Ningún mal hace tener unos segundos mas en la mano un paquete vacío o envoltorio de lo que sea hasta toparse con ese pequeño recinto cuya única tarea es percibir los deshechos del transeúnte.
Todo es cuestión de EDUCACIÓN. Las campañas publicitarias deben ser complementadas con una enseñanza eterna acerca del valor que resguarda el cuidar el lugar de residencia o de paso.
Esto va tanto para el oficinista que minimiza todo su contexto hasta el comerciante callejero y para los jóvenes.
El horario de colocación de las bolsas de residuo en las calles está delimitado entre las 20 y 21 horas. Sin embargo, muchos desatienden ese anuncio, y los vecinos nunca terminan de aprender sobre ello, y de esta manera, se dilata aún más un punto de la problemática que podría servir para palear las consecuencias que provoca el tirado de basura “así nomás”.
Una rueda que no se detendrá si no colaboramos TODOS.
¿Cuál es la más grave falla? La RESPONSABILIDAD. Normal es en Argentina carecer de la sanción. Y sea la policía, la guardia urbana o cualquier autoridad callejera, nadie se anima a reprender o castigar a aquellos que desprecian su medio ambiente.
Una vez más, el tridente que conforma a la sociedad esta en falta: estado – sociedad – ley. Una vez más, intereses encontrados y voluntades que chocan en lugar de ir al mismo sentido. Y la Ciudad sigue juntando porquerías.